domingo, 13 de abril de 2008

Pensando a Romina Tejerina



El caso Romina Tejerina incendió en 2003 el debate público sobre la violación, el aborto y la criminalización de la mujer en la Argentina. Se dio a conocer en febrero de ese año, unos días después de que la joven jujeña fuera detenida por matar a su hija recién nacida, fruto de una violación.

Romina recibió una pena de 14 años de prisión. La fiscal Liliana Fernández de Montiel había pedido cadena perpetua, pero los jueces Antonio Llermanos, Héctor Carillo y Alfredo José Frías consideraron que había vivido una "infancia plagada de violencia tanto física como moral", que "se encontraba sola esperando un niño sin padre (conocido) " y que "no tenía apoyo familiar", a excepción de su hermana, la única que sabía del embarazo.

El martes pasado su nombre volvió a resonar en los grandes medios de comunicación. Ese día la Corte de Justicia de la Nación desestimó, con 4 votos en contra y 3 a favor, el recurso que había presentado la defensa para su liberación. Fuentes judiciales justificaron que la Corte debía ajustarse a temas de derecho y no fácticos.

Más allá del caso en particular –que el acusado de la violación, su vecino Eduardo Vargas, esté en libertad por falta de pruebas; que durante la investigación y el juicio se le preguntó a la adolescente insistentemente si usaba polleras cortas o salía seguido a bailar; que Romina tiene nueve años más de cárcel por delante- hay temas que parecen haberse borrado del mapa, como la discusión pública sobre el aborto legal.

Todavía hay escuelas en las que no se habla de educación sexual o del derecho a elegir sobre el propio cuerpo. Existen médicos que todavía no prescriben anticonceptivos, policías que increpan a mujeres que denuncian una violación y una persistente criminalización de la víctima.

¿Cuántos violadores andan caminando por las calles? Según estadísticas oficiales, sólo 11% de los casos de abuso sexual son denunciados, de los cuáles 1 de cada 10 reciben una condena, y el promedio de la pena ronda entre los cuatro y cinco años.

Asesina a sangre fría o víctima de un brote psicótico, Romina Tejerina sigue siendo una mujer que sintió demasiado miedo de hablar después de haber sido violada, que no hubiese podido abortar de manera legal, y que mientras sigue presa, a pesar de la difusión de su caso, en San Pedro –donde vivía- los médicos aún le niegan la píldora del día después a las mujeres abusadas.


Habiendo considerado las consecuencias, quizás sea más útil empezar a pensar en las causas.


J.L.


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