domingo, 8 de junio de 2008

Teatro Colón, un centenario con poco brillo


Mientras en Salta y Rosario esperaban que empiecen los actos del 25 de mayo del oficialismo y la oposición, en Buenos Aires el centenario del Teatro Colón pasaba inadvertido para la mayoría de los porteños.

Eran las 11 de la mañana y la cuadra y media de cola avanzaba lenta entre los andamios. Todavía en plena remodelación, el tercer teatro con mejor acústica del mundo tendría que haber sido reinaugurado ese mismo día pero, debido al atraso de dos años en las obras iniciadas durante el gobierno de Jorge Telerman, sólo se abrió por unas horas para una cantidad limitada de asistentes. Sin embargo, la capacidad no había sido anunciada.

De los actos de festejo que se hicieron en varios teatros durante el fin de semana -y que seguirán en los próximos días- la ópera El barbero de Sevilla adaptada para niños y una muestra histórico-artística en el subsuelo fueron los únicos planeados en el Colón. Eran pocos los sectores habilitados para recorrer, entre ellos el foyer, antesala del mítico Salón Dorado, cerrado en esta ocasión.

El lugar elegido para interpretar la ópera fue la escalinata de mármol del hall central. Los artistas simularon que el descanso era el escenario, pero al público, en su mayoría niños sentados en el piso, les costó más acomodarse a la situación. Como la entrada era gratuita, la cantidad de asistentes desbordó a la organización. Era poco el espacio, pocas las sillas y mucha la gente.

Para aliviar el malestar general, se los invitó a que pasen por el improvisado escenario para llegar al pasillo superior; desde arriba se podía ver la ópera sin problemas. Sin embargo, no hubo mejora: la única salida para quien necesitara bajar era hacerse camino entre los cantantes o bien interrumpir la obra. “Nos ha conmovido la actitud del público, por suerte vino mucho más del esperado”, se excusó el director del teatro, Horacio Sanguinetti, mientras corría el rumor de que se iba a repetir la actuación para los que no habían podido entrar.

Para cerrar el festejo, se cantó el feliz cumpleaños. Hubo torta, velas y souvenirs, que por cierto no alcanzaron para la gran cantidad de chicos. Antes de partir, una señora mayor se acercó a Sanguinetti para reclamarle que nadie había avisado sobre las entradas limitadas. “Es una vergüenza”, dijo la mujer y se despidió del Colón hasta la próxima.

Tal vez el reencuentro sea dentro de poco. El director confirmó que “se van a hacer más funciones durante la semana” para cubrir la demanda del público.


J.L.


Foto de www.travel-buenosaires.com/blog/category/general/

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